Al conectarlo con mi historia de vida hace que tenga un sentido especial.
Les contaré por qué…
Érase una vez…
No. No es una historia tan larga. Verán… tengo 3 grandes motivos para llamarlo así con mucho cariño. Comenzaré diciendo que el árbol del olivo simboliza la paz. Y viviendo en una época en la que vemos actos de violencia, egoísmo y rivalidad por todas partes, es justamente paz lo que tenemos que sembrar. Eso es lo que defiende desde hace más de 100 años el Método Montessori, considerada la educación promotora de la paz.
Los otros dos motivos son más especiales porque guardan relación con mi historia. El nombre de mi hija es Olivia, que por cierto significa "la que protege la paz". Pues es ella la razón de todo esto y la que le ha dado sentido a mi amor y pasión por la educación.
Él tercer motivo tiene que ver con mis primeros días en España. Desde que llegamos a Salamanca y hasta hoy, con mi marido solemos dar paseos a pie por las distintas ciudades y pueblos que vamos visitando. En estos paseos acostumbra, a manera de juego, a enseñarme de vez en cuando algún árbol en particular, mostrándome la forma de sus hojas, el color de su tronco, sus flores o frutos en caso de tenerlos y por último me dice su nombre, esperando que la próxima vez lo recuerde bien. Pues recuerdo perfectamente el lugar donde me enseñó el primero de ellos. Éste fue precisamente… un olivo.